
Quisiera saber por qué todos los días
amanezco con una arruga más en mi sonrisa.
Quisiera saber por qué ley poderosa
nos pasamos los días
sin tocarnos.
Quisiera saber por qué oculto mandamiento
quebramos los tallos débiles
de las flores que,
despacito,
va pariendo la tierra.
Quisiera saber qué ladrón, torturador,
nos ha robado la piel
delante de los ojos.
Quisiera saber por qué
nos hemos quedado con las manos
tapándonos la cara.
Quisiera saber por qué
no hemos matado, asesinado
a las palabras
que nos hacían estallar la cabeza.
Quisiera saber dónde está el amor.
La culpa.
Solo la culpa.
Una conciencia religiosa.
No te he pedido permiso, hará falta?
ResponderEliminarMirá donde te encuentro...muy bueno el poema! Clelia.
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